lunes, 13 de octubre de 2008

La Rebelión de las Flores


En los últimos años de su vida, Gabriel del Río pugnó por seguir publicando su poesía.
Pero las editoriales le cerraron la puerta con el argumento de que la poesía no era algo rentable en nuestros días.
Sin embargo, hasta su último aliento y en sus últimos trabajos, el autor siguió defendiendo la idea de que la poesía era una necesidad básica en un mundo cada vez más insensible.
Este es el poema que le da título a su primer libro de poesía.


LA REBELIÓN DE LAS FLORES

Gabriel del Río


Una tarde de mayo,

las flores decidieron

renunciar al perfume

y levantarse en armas

e incendiar con el rojo de su ira

todo lo que en la tierra se encontrara

listo para parir

la abyección ancestral de la injusticia.

Les pareció a las flores

que había que dar colores encendidos

a las pálidas frentes de los niños

que, descalzos, caminan

y tienen solitario el intestino.


Meditaron las flores

sobre el crimen de lesa humanidad

que cometen los toscos

y ventrudos magnates

que hacen de la política

un modo de lucrar

y no una ciencia

para dar al que sufre

un edén terrenal.

Pero he aquí que las flores,

las perfumadas flores

que sólo oyeron el jadear

del desigual combate,

que entregaron su vida

bajo el casco salvaje

del caballo del héroe,

no contaban con armas respetables,

no podían sembrar muerte

y en sus manos inermes

sólo tenían colores: amarillo, violeta,

rojo, morado, verde.

¿Qué hacer para acabar con la injusticia?
Por eso decidieron

renunciar al perfume,

hacer huelga de néctares

y dejar olvidadas

para ocasión mejor

las vibraciones.

No volverían a estar

en ramos aristócratas,

ni a ser regalo para las rameras

mientras un niño triste

comiera panes duros

y no fuera a la escuela.

La huelga de las flores

-de colores caídos,

de aromas olvidados por los hombres-

empezó en una tarde

calurosa de mayo,

en un ejido pobre.

Desde entonces los campos

se vistieron de luto

y el agua no bajó de las montañas

y el frío hizo presa de los nidos

y todas las muchachas

dejaron de reír y no hubo trinos,

ni arados ni silbatos en las fábricas.

Fue entonces cuando el amo

dejó el látigo en casa

y cayó la primera letra negra

en la página blanca.

5 comentarios:

SliverC@t dijo...

Que tal, buen día, muy buen aporte. Oye un consulta, sabrás si en ese libro viene algo como esto: "en cuanto llegaron los trabajadores -tanto habitantes de pueblos cercanos como otros". creo haberlo leído antes pero no recuerdo si es de Gabriel del Río. ¿Será posible saber si viene de parte de él?. Gracias

Taito dijo...

Hola, Sliverc@t: Antes que nada, mil gracias por tu visita. Fíjate que no, en ese libro no viene nada como lo que preguntas. Quizá es de otro autor la frase.
En fin, no dejes de visitarnos, por favor.

Anónimo dijo...

Me gustaría saber si ahí viene un poema q se llama manos

Anónimo dijo...

Me gustaría saber cómo obtener un ejemplar de esta obra ya he buscado por años en las librerías más grandes de México y nada.

Taito dijo...

Hola, Anónimo. Antes que nada, muchas gracias por tu visita e interés. El libro, en efecto no está el librerías porque por desgracia las librerías e editoriales no consideran rentable la poesía, pero el poema Manos lo podemos subir aquí en el blog mañana y si nos dejas alguna dirección de correo electrónico podemos ver si te conseguimos un libro de la Rebelión de las Flores.