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La sinopsis el libro Desde la Azul Entraña (Edamex, 1997) reza: "El poeta autor de este libro comete el delito de estar comprometido con las lágrimas del pueblo, con el infinito sufrimiento de los que nada tienen y con el ensangrentado camino de La Patria saqueada, vendida y pisoteada.
"Por tanto, pudiera ser que este libro no dijera nada a los intelectuales agrupados en capillas ni a los gobernantes tecnócratas. Al autor eso no le importa, con tal de que diga algo a los pobres, a los obreros desamparados y a los labriegos tristes, a los indígenas descalzos y a los niños sin mañana, a los estudiantes que viajan en Metro o en Combi.
"¿Para qué quiere más? Al poner este libro en tus manos, amigo lector, tú lo juzgarás mejor que nadie. Que llegue a tu alma es lo único que importa, para que no sea verada que los poetas son una especie en extinción".
CANTO DE MOCTEZUMA ILHUICAMINA
Gabriel del Río
Desde el tierno regazo de mi madre
princesa matlacinca,
supe que vine al mundo
para flechar al cielo,
para ser Moctezuma Ilhuicamina
el monarca rodeado de hechiceros
Mixcoátl me entregó al trono
del luminoso imperio
porque yo fui el guerrero
que condujo al fragor de la batalla
al poderoso ejército
siempre en son de conquista,
porque también Itzcóatl me dio la chispa
del pedernal contra la cobardía.
Y extraje el corazón negro del miedo;
mi valor era inmenso;
nunca me amedrentó el enemigo,
porque si de rival yo derramaba
la sangre, la ofrecía a Hutzilopochtli
y él al imperio azteca engrandecía
y hacía con su grandeza
cuchillos áureos con piedras en derroche
para rasgar los velos de la noche.
Me heredaron su corazó bravío
los que un día llegaron desde Aztlán.
Tengo la habilidad de Acamapichtli
y también de Tenoch para pactar
y a hurtadillas la gloria conquistar.
Entretejí, como ellos, en mi alma,
multicolores plumas
y pedazos de luna
para hacer mi ciudad más bella y diáfana.
Y la hice majestuosa
y la libré de la furia del agua
que con diques detuve cuando supe
que las serpientes cristalinas iban
a labrar su desgracia.
Y di a la mujer pública castigo
y a la adúltera, muerte
y al ebrio y al ladrón, el desprestigio
porque mi imperio habría de ser de jade,
de oro y obsidiana
de sedoso plumaje
y de atmósfera limpia y perfumada.
Una cima bañada de esplendor
le di al Templo Mayor.
Y enriquecí los silos
y hasta la orilla azul
del mar que un día traería al extranjero
llevé el poder inmenso de mi ejército,
mis magias y mis mitos,
la fuerza de mi imperio
y el rojo corazón de mi enemigo.
Pero una noche negra
a mi imperial ciudad le pondrían sitio.
El águila caería sobre el teocali
y empezaría el azteca sacrificio,
sepultando a la Gran Tenochtitlán
bajo el polvo inclemente del olvido.
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